Armonía Bofill

……O la locura por la luz: quizás ésta sería la de nición que él acogería de buen grado.

Es evidente: al contemplar su obra pictórica, se presiente que el artista tiene un pulso, un reto con la luz. Para plasmarla y hacerla vibrar sobre el lienzo, Beltrán Bo ll entrega con altruismo todas sus facultades, todos sus recursos técnicos, que son muchos, ganados al o cio de la pintura. ¿Qué es lo que no sabe hacer con un lápiz, con la acuarela, la témpera o el óleo?

Materias todas sobradamente conocidas por él, cuando en 1972 toma el camino decidido de la pintura.

Desde entonces, Joan Beltrán Bofill no se ha detenido. Prueba de ello son sus constantes exposiciones, primero en rotación repetitiva en salas habituales de Mallorca, Valencia, Barcelona, Bilbao, Madrid, más tarde, a partir de año 1979, en Europa y en Estados Unidos.